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Saturday, November 12, 2011

REPORTE 5. LOS HORNOS DE HITLER por Olga Lengyel.

Pues seguimos con las atrocidades que hicieron los alemanes. La semana pasada les conté que Osvath quitó todas las pertenencias al Doctor Lengyel, y que prácticamente los dejó en la calle. Bueno, la señora Lengyel guardó todas las cosas en cajas, como había ordenado Osvath, las cuales no sé a dónde fueron a parar; pero dejaron vacía la casa.

Aquí se empiezan a narrar momentos más difíciles; pues como ya sabrán había toque de queda, y no podían salir antes de las 7 de la mañana. Les digo esto, porque resulta que el padrino, el Doctor Elfer, falleció en una madrugada de Abril a las 2 a.m.; lamentablemente, la familia no estuvo con él hasta su muerte como hubiese querido, pues si salían de madrugada se arriesgaban a que los mataran en la calle. Pero cuando dieron las 7 de la mañana, corrieron en busca de un taxi, pero no encontraron ninguno, hasta que encontraron transporte. Les dolió mucho la pérdida de ese señor tan generoso, y más cuando no pudieron estar a su lado en su agonía.

Después de tanto, reconocieron al Doctor Lengyel como uno de los encargados para atender a pacientes enfermos, ya que había muchas enfermedades, contagios, muertes, pestes; y en cada ciudad había un doctor encargado. Todos los reportes los tenían que enviar al Doctor Konczwald, quien, digamos, era el supervisor de todos los doctores. Se supone que era buen amigo de Lengyel. Aunque el doctor Lengyel era encargado de Cluj, su estaba planeando huir de la ciudad junto con toda su familia, en busca de refugio, pero lo malo es que en ese momento estaba a cargo de sus sobrinas, quienes tenían 16, 18 y 20 años, con quienes tenía confianza de platicar de la situación que en ese momento estaban viviendo, les planteó el escape, pero se rehusaron a apoyarlos, ya que tenían miedo de que les sucediese algo. Aunque los Lengyel insistían en llevar a cabo su plan, ellas no querían salir, y no podían dejarlas solas, pues sabían que abusaban de las mujeres más estando solas.

En una ocasión, citaron al doctor en una estación de policías, con motivo de reunión de médicos. Estaba desconcertado, nunca se había sabido de alguna reunión de médicos en una estación de policías. Su esposa estaba muy angustiada, pues con la situación que estaban pasando, todo se podían esperar. Pero, el doctor pensó que si iba, lo podrían hasta matar, pero si no iba, lo buscarían hasta encontrarlo y de todas maneras lo matarían. Así que se armó de valor, pidió protección a Dios, y salió. La esposa muy angustiada, investigó qué harían con su esposo, a lo que le informaron que lo deportarían a Alemania (porque según en Alemania no había suficientes doctores). Lo que menos quería era separarse de su familia, y se le metió la idea de ir con su esposo, le expuso la situación a sus padres, pero trataron de detenerla. Siguió con la investigación, y le dijeron que no corría peligro, que su esposo estaba comisionado para atender pacientes en Alemania, y que si quería acompañarlo que no habría ningún problema. Así que convenció a sus papás y se fueron en busca de su esposo. Pero no sabían que todo era una artimaña más de los alemanes. Fue en busca de una monja, Esther, quien le ayudaba mucho, para pedirle consejos, pero en ese momento no se encontraba, así que habló con la Madre Superiora, quien llamó a la señora Konczwald, pues pensaban que ella podría ayudarles a sacar al Doctor Lengyel y no enviarlo a Alemania, pero el resultado fue que los encarcelaron para enviarlos a todos a Alemania. Después, los llevaron a unos vagones, en los que solamente cabían 8 caballos, pero que hicieron caber a 96 personas, entre hombres, mujeres y niños.

Muy triste historia, pues duraron 7 días de camino, y sin comida, solamente una vez les dieron agua, pero no era suficiente para todos. Día que iba transcurriendo, había más enfermos, niños con escarlatina, personas con gastritis, enfermos de disentería, enfermedades infecciosas. Pero conforme fueron pasando los días, soportaban más ver a las personas, incluso que iban muriendo y convivir con los cadáveres dentro.

En uno de esos días, una persona murió, y cuando les dieron agua, alguien dijo: Hay una persona muerta aquí dentro. A lo que respondieron que tenían que aguantarse, pues verían a mas gente muriendo durante el transcurso del viaje. Una señora soportó ver la agonía dentro del vagón, un joven estuvo al cuidado de su papá hasta la muerte, y todos elevaron plegarias.

Esa situación fue muy insoportable a mi parecer, pero qué aguante debieron tener todas las personas que vivieron semejantes atrocidades. La próxima semana seguiremos con más.

Zuriel Valencia


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